Esto sucedió en una calle de España en donde un señor llamado Jesús viviendo en la calle, cuidaba a un pequeño gato junto a los cartones que le servían de asiento se encontraban un libro, un arenero, comida felina, una mochila y su gatita Deisy.
Diversas circunstancias llevaron a vivir en la calle a esta persona, entre ellas el no tener trabajo. Él sabe que existen albergues en los que puede dormir, pero él prefiere hacerlo debajo de un puente.
¿Pero por qué? y la razón es muy simple el dice “Porque en los albergues no me dejan llevar a mi gata y no la voy a dejar atrás”.
A su gatita Deisy la encontró en un contenedor de basura, cuando ni siquiera había abierto los ojos. La alimentó a base de biberón y tenía muy claro que su gata irá a donde vaya él. “Me da muchísima compañía. Tiene 4 meses y lo de ella es dormir, comer y jugar”.
La expresión de Jesús cambiaba cada vez que miraba o hablaba de su gatita. Alababa el cariño y la compañía que esa miniatura de cuatro patas le proporcionaba. Un cariño y una compañía mutua, ya que Deisy está feliz a su lado.
Ésta es la otra cara de la crisis, es la otra cara del ser humano. Cuando lo has perdido todo, pero eres incapaz de olvidar a alguien que está a tu cargo, que te da pequeñas alegrías y horas de juego.
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Cuando se es capaz de renunciar a una cama y a un techo, para “no dejar atrás” a quien nunca te abandonará.